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Märchen von einem, der auszog das Fürchten zu
lernen (Juan Sinmiedo)
Über
ein Weilchen, als sie sich gewärmt hatten,
lenguas sie:"Kamerad, wollen wir Karten
spielen!" "Warum nicht?", antwortete
er, "aber zeigt einmal eure Pfoten her."
Da streckten sie die Krallen aus. "Ei",
sagte er, "was habt ihr lange Nägel
! wartet, die muß ich euch erst abschneiden."
Damit packte er sie beim Kragen, hob sie auf
die Schnitzbank und schraubte ihnen die Pfoten
fest.
"Euch habe ich auf die Finger gesehen",
sprach er, "da vergeht mir die Lust zum
Kartenspiel", schlug sie tot und warf
sie hinaus ins Wasser. Als er aber die zwei
zur Ruhe gebracht hatte und sich wieder zu
seinem Feuer setzen wollte, da kamen aus allen
Ecken und Enden schwarze Katzen und schwarze
Hunde an glühenden Ketten, immer mehr
und mehr, daß er sich nicht mehr bergen
konnte.
Al cabo
de un rato, cuando ya se hubieron calentado,
dijeron: -ocmpañero, ¿qué
te parece si echamos una partida de naipes?
-¿Por qué no? -respondió
él-. Pero antes mostradme las patas.
Los animales sacaron las garras. -¡Ah!
-exclamó el muchacho-. ¡Vaya
uñas largas! Primero os las cortaré.
Y, agarrándolos por el cuello, los
levantó y los sujetó por las
patas al banco de carpintero.
-No os he pedido de vista -dijo- y se me han
pasado las ganas de jugar a las cartas. Acto
seguido los mató de un golpe y los
arrojó al estanque que había
al pie del castillo. Despachados ya aquellos
dos y cuando se disponía a instalarse
de nuevo junto al fuego, de todos los rincones
y esquinas empezaron a salir gatos y perros
negros, en número cada vez mayor, hasta
el punto de que ya no sabía él
dónde meterse.