Endlich
kam das Weib wieder und sagte mit dumpfer
Stimme:
»Grüß dich, Zachiel,
wenn's Möndel ins Körbel scheint,
bind lose Zachiel,
zu guter Stund.«
Da wurde Joringel los. Er fiel vor dem
Weib auf die Knie und bat, sie möchte
ihm seine Jorinde wiedergeben, aber sie
sagte, er sollte sie nie wiederhaben, und
ging fort.
Er rief, er weinte, er jammerte, aber alles
umsonst. »Uu, was soll mir geschehen?«
Joringel ging fort und kam endlich in ein
fremdes Dorf; da hütete er die Schafe
lange Zeit. Oft ging er rund um das Schloß
herum, aber nicht zu nahe dabei. Endlich
träumte er einmal des Nachts, er fände
eine blutrote Blume, in deren Mitte eine
schöne große Perle war.
Finalmente,
volvió la bruja y, con voz sorda, dijo
-¡hola, Zaquiel!
Cuando brille la lunita en su cestita,
desata, Zaquiel,
en buena hora.
Y Yoringuel quedó desencantado. Cayó
de rodillas ante la mujer y le suplicó
que le devolviese a su Yorinda. Pero ella
le respondió que jamás volvería
a tenerla, y desapareció.
Él gritó, lloró, se lamentó,
pero todo en vano.
«¿Qué será de mí?»
Yoringuel se fue y, al fin, llegó a
un pueblo desconocido. Ahí trabajaba
durante largo tiempo como pastor de ovejas.
Con frecuencia iba alrededor del castillo,
pero sin acercarse demasiado. Por fin soñó
una noche que encontraba una flor roja como
la sangre, en cuyo centro había una
hermosa perla de gran tamaño.